Carlos está con nosotros desde 2017, lo tuvimos suelto por el albergue, sin jaula, y cuando venía la gente y a él no le gustaban iba por detrás y mordía.
Después de un tiempo lo metimos en una jaula con una compañera, y aquí empezó a hacerse más sumiso. A día de hoy nos deja que lo toquemos cuando entramos a su jaula e incluso nos coge comida de la mano.
Con otros perros es bueno, en varias ocasiones ha compartido jaulas con perros, machos y hembras, y no ha tenido nunca problema.
Carlos necesita una familia que tenga paciencia y quiera darle todo el amor que por fin merece.