Balto llegó a nosotros con un miedo muy grande a las personas, no quería salir de su caseta y si intentabamos tocarlo se hacía pipí encima, lo que nos hace pensar que su vida no ha sido muy buena.
Poco a poco ha ido cogiendo confianza, ya se pone contento cuando nos ve y sale a recibirnos, pero sigue siendo algo asustadizo y se pone tenso si lo tocamos.
No pasea con correa por ahora, pero creemos que con esfuerzo y dedicación conseguiremos que Balto sea un perrito feliz.
Con otros perros se lleva muy bien, juega mucho con sus compañeros de jaula y cuando sale con todos corre y se divierte.