Mis dueños me abandonaron en un parque junto a una carretera. Tenía mucho miedo y me escondía entre unos matorrales. Pero la sed y el hambre no tardaron en aparecer, no sabía donde encontrar comida y tenía que salir de mi refugio. Allí fue donde me quedé tirado, a un metro de mi escondite, atropellado y abandonado, con todo el cuerpo dolorido y ya sin vista. Como pude me arrastré de nuevo hasta las plantas y ya esperé la muerte.
A los pocos días, una señora me encontró pidiendo comida, me refugiaba en mi seto, estaba desnutrido y deshidratado y lloraba esperando que alguien tuviera piedad de mi y me ayudase.
LARA no dudó en ayudarme a pesar de que no tenían espacio ni medios, pero no podían dejarme en aquellas condiciones. Ahora estoy poniendome guapo y gordito y me están buscando una familia que me quiera.